Este año conmemoramos el Día Internacional de la Mujer mientras contenemos la respiración por el riesgo de una guerra mundial. Las bombas y las armas no son verdes. Las guerras son catástrofes provocadas por lxs seres humanos que repercuten tanto en el medio ambiente como en la sociedad. Los daños medioambientales del ataque a Ucrania se contarán durante años, como los de todos los demás conflictos en el mundo. Una vez más, las mujeres pagan el precio más alto. Un compromiso efectivo con el desarme es la única respuesta para garantizar la paz y todas las condiciones para un desarrollo social, medioambiental, económico y de género sostenible. Ha llegado el momento de pedir una reducción global de los gastos militares y una mayor inversión en servicios sociales.
Que la transición sea feminista, justa y equitativa depende de nuestro poder. Mujeres del mundo, ¡uníos!
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