Hemos creído oportuno y necesario publicar EL PANORAMA LABORAL 2020, para América Latina y el Caribe editado por la OIT (Organización internacional del Trabajo).
No es ninguna novedad y originalidad decir que el mercado laboral en el año 2020 ha estado atravesado y condicionado por la pandemia de Covid19 que azotó al mundo en general y a América Latina y el Caribe en particular, pero en este caso la OIT nos aporta datos contundentes y verificables.
Como introducción a la lectura completa del PANAROMA LABORAL 2020 de la OIT, les proponemos a nuestros usuarios introducirse en el mismo a través del prólogo de la publicación firmado por Vinicius Pinheiro, Director Regional de OIT para América Latina y el Caribe, el cual a continuación transcribimos.
PROLOGO.
En los últimos 10 meses los mercados laborales de América Latina y el Caribe han retrocedido al menos 10 años, y la crisis está lejos de terminar. Llegamos a 2021 con el empleo en terapia intensiva, y con la difícil pero ineludible misión de sentar las bases para una nueva y mejor normalidad.
Cuando se escriba la historia del empleo en América Latina y el Caribe, este año 2020 marcará un antes y un después. El informe anual de la OIT Panorama Laboral registra ese impacto. El resultado es un escenario enrarecido, con altas tasas de desocupación, un aumento preocupante de la inactividad y persistentes déficits de trabajo decente.
Los mercados laborales fueron afectados por una fuerte contracción de la economía, estimada en -8,1% por el FMI, y ratificada esta misma semana por CEPAL que estimó una caída de -7,7%. Además, la emergencia sanitaria y las medidas aplicadas en los países para contener los contagios afectaron fuertemente las actividades productivas.
Esta edición del Panorama Laboral 2020 fue precedida una seria de informes nacionales y temáticos lanzados al largo del año como parte de la serie también denominada Panorama Laboral en tiempos de COVID-19 que incluyó estudios técnicos sobre países como Uruguay, Perú, Argentina, México, Paraguay y Chile, y sobre temas específicos como formación profesional, protección social, empleo rural y transición justa.
Este informe anual está dividido en dos partes. La primera contiene el “Informe laboral” que incluye los datos más recientes de impacto en el mercado de trabajo. La segunda parte es un tema especial con una serie de reflexiones sobre “Desafíos de política y tendencias a partir de la crisis de la COVID-19”.
Al comenzar a leer el Panorama Laboral 2020 lo primero que salta a la vista es un aumento importante de la tasa de desocupación, que llegaría a 10,6% a fin de año, es decir 2,5 puntos porcentuales por encima del año pasado. Esto significa que el número de personas que buscan empleo y no lo pueden conseguir aumenta en 5,4 millones, y llega hasta 30,1 millones.
Pero en una crisis tan abrupta e incomparable, la desocupación cuenta solo parte de la historia. La verdad es que este indicador hubiera crecido aún más si no fuera porque se registró una inédita caída de 5,4 puntos porcentuales en la tasa de participación en la fuerza laboral, que pasó de 62,6% a 57,2% al comparar los datos de los tres primeros trimestres de 2020 con el mismo período de 2019.
Esto significa que unos 23 millones de mujeres y hombres quedaron en situación de inactividad y dejaron de buscar ocupación ante la falta de oportunidades a causa de la pandemia.
Poco más de la mitad de los nuevos inactivos, 12,2 millones, fueron mujeres, y 6 millones fueron mujeres y hombres jóvenes entre 15 y 24 años. La tasa de desocupación juvenil, además, subió 2,7 puntos porcentuales hasta 23,2%, un nivel que no había sido registrado antes, y que implica que cerca de uno de cada cuatro jóvenes en el mercado laboral estaba sin empleo al tercer trimestre de 2020.
El Panorama Laboral destaca que la crisis ha evolucionado, y quizá el peor momento fue en el segundo trimestre, por lo que los datos consignados en el documento ya reflejan una incipiente recuperación de la actividad en el tercer trimestre. También advierte que existe un grado importante de heterogeneidad en el desempeño de los países.
Este informe de la OIT también dice que en 2020 el empleo asalariado total y el empleo por cuenta propia cayeron -6,8% y -8,9%. También se observa el impacto que la crisis sanitaria tuvo en otras categorías ocupacionales, como los empleadores (-9,8%) y el servicio doméstico (-19,4%).
Por otra parte, se registra el fuerte impacto en los sectores de servicios, así como también en la industria y la construcción. La contracción del empleo fue particularmente importante en sectores de servicios como hoteles (-17,6%) y comercio (-12,0%). Por otra parte, también se observa que la crisis sanitaria afectó fuertemente el empleo en la construcción (-13,6%) y la industria (-8,9%). La menor caída de la ocupación se observó en la agricultura (-2,7%).
La segunda parte del Panorama Laboral sobre “Desafíos de política y tendencias a partir de la crisis de la COVID-19”, aborda asuntos de gran relevancia para entender algunas de las dimensiones del impacto en los mercados laborales.
Aborda los desafíos y las innovaciones que se plantean en materia de formación profesional, de protección social, en el apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMES) y en el funcionamiento de las inspecciones laborales.
También se revisa el impacto de esta crisis en la aceleración de tendencias, en especial en dos modalidades de organización del trabajo que experimentaron un rápido desarrollo y que plantean una serie de desafíos, como son el trabajo en plataformas digitales y el teletrabajo.
Además, en este tema especial se reseñan los tipos de políticas que los gobiernos pusieron en práctica para enfrentar la emergencia sanitaria y sus consecuencias económicas más inmediatas, dirigidas a apoyar a las empresas, al mantenimiento de los empleos, y a tratar de compensar la fuerte caída en los ingresos laborales.
Finalmente, el informe de la OIT contiene un capítulo sobre “Políticas para una recuperación laboral de la crisis de la COVID-19”, con una serie de recomendaciones para avanzar hacia el año 2021 y más allá.
Esta es, sin lugar a dudas, la crisis laboral más fuerte registrada desde que comenzó a editarse el informe anual de la OIT en América Latina y el Caribe en 1994, y ha dejado algunas lecciones aprendidas que son importantes para encontrar soluciones.
En primer lugar, no hay un dilema entre preservar la salud y la actividad económica. Sin salud no hay ni producción ni consumo. La seguridad y salud en el trabajo ahora es un tema clave para la reactivación.
Otra lección es que el diálogo social es más relevante que nunca pues permite contar con estrategias consensuadas para enfrentar la crisis, cuya aplicación estará acordada entre los actores sociales. Esto es muy importante en vista de los grandes desafíos que tenemos por delante.
Además, ahora sabemos que debemos hacer frente a las “condiciones preexistentes”. La región fue duramente golpeada por esta crisis, incluso más que otras en el mundo, y eso se debió en gran parte a problemas estructurales que existían y conocíamos. Por ejemplo, la persistente falta de espacio fiscal, las brechas de cobertura de la protección social, la elevada desigualdad social y la alta informalidad que pusieron en evidencia la precariedad de grandes sectores de nuestras sociedades.
Finalmente, el Panorama Laboral contiene una previsión de qué podría suceder en 2021, cuando hay perspectivas de crecimiento moderadas, en un ambiente de gran incertidumbre pues la pandemia aún está presente, y las tasas de contagio y de fallecimientos continúan siendo altas en muchos países de América Latina y el Caribe.
Muchas de las personas que estuvieron inactivas en 2020 volverán a buscar empleo cuando haya una reactivación, o cuando necesiten recursos. Esto sin duda incidirá sobre los niveles de informalidad y de desocupación. La tasa de desocupación, en este escenario, podría volver a subir hasta 11,2%.
Esto nos indica que el camino hacia una nueva y mejor normalidad no será fácil, ni será corto.
Ese es el legado de 2020, el año que vivimos con la COVID-19.
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