El BID (Banco Interamericano de Desarrollo) nos presenta, mediante el análisis de diversas experiencias llevadas adelante por los ministerios de finanzas de varios países de la región, las relaciones entre las políticas fiscales de gobierno, el cambio climático y las transformaciones necesarias en una economía sustentable y descarbonizada.
En su Prefacio el estudio comienza diciendo:
“Las inversiones necesarias para combatir el cambio climático han sido descritas como un sacrificio que las generaciones actuales deben hacer para las generaciones futuras. Esta aseveración está lejos de ser cierta. En los últimos 20 años, la energía eólica y solar se
han convertido en la fuente de energía más barata disponible para muchas regiones y la
movilidad eléctrica avanza a grandes pasos.
La acción climática representa una oportunidad para recuperar el crecimiento económico después de la pandemia de COVID-19. La descarbonización de nuestras economías puede crear 15 millones de nuevos empleos netos para 2030 y cada dólar invertido en hacer más resilientes la infraestructura y las economías puede generar hasta cuatro dólares en beneficios económicos. A su vez, son las inversiones sustentables donde se encuentra la tecnología de punta y los empleos del futuro. Desacoplarnos de los modelos tradicionales de inversión en combustibles fósiles se ha convertido en una necesidad para mantener la competitividad económica y garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas”
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